Muchas miradas
zigzagueaban en el Tortoni recorriendo distintos trayectos desde las pinturas y
fotografías colgadas sobre la pared hasta las mesas, casi todas ocupadas o,
hasta los ojos de algún “mozo” para pedir la cuenta u ordenar alguna de las
exquisiteces del lugar. Un murmullo
multinacional no permitía que nadie se sintiera solo, aunque bebiese un
solitario café.
Las mesas redondas con
tapa de mármol gastado descollaban
por su estilo Siglo XIX, simpáticas, con su típica pata central de madera
oscura que se abre en cuatro soportes. Acompañadas por sus sillones de madera y
cuero también gastado le daban un aire señorial al salón. Las arañas de cinco
luces le recordaban la única que existía en el comedor de la casa de su abuela.
Los cinco espejos de bordes biselados devolvían la
figura del que espía pero no quiere ser visto, aunque no hubiese en esa
devolución, el mínimo atisbo de deformidad o de distorsión. Los pisos caminados
pero resistentes luciendo orgullosos el paso del tiempo, también captaban las
miradas de los visitantes. La vieja caja registradora como narradora principal
de mil historias permanecía vigilante en la barra concurrida.
El techo de vitraux
propio de la época de su esplendor, filtraba el sol de las mañanas porteñas
dejando ingresar desde muy temprano, la sutil claridad del día. Sus trece
columnas gruesas y fuertes, rematadas en firuletes dorados, sosteniendo la
estructura del famoso Bar desde finales del 1800, resultaban arquitectónicamente
imponentes.
La mesa del fondo
ocupada por las letras y la música, atrapaba los versos tristes de Alfonsina
Storni; recordaba que entre las paredes del recinto, los tangos de Gardel
embelesaron a los parroquianos de
principios del siglo XX; y sugería también que Borges, tal vez iniciara algunos
de sus textos al compás de los humeantes cafés que los camareros le sirvieron.
Desde la mirada del
observador, el mundo mágico generado en el espacio del Café Tortoni sólo se
desvanece, cuando el retumbar de los bombos de la protesta ciudadana llama a
espiar su paso por la Avda. de Mayo rumbo a la Casa Rosada.
2016
El Café Tortoni es un hito en Buenos Aires. Nadie puede obviarlo. Su magia atrapa.
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